Dos son las constantes en esta extensa comarca que abarca casi todo el sur de la provincia: paisaje y paisanaje. Desde la capital hacia Almazán atravesamos otra gran mancha de pinares, en la que nos encontramos localidades como Quintana Redonda, Tardelcuende o Matamala. El pueblo más grande de la provincia es la villa adnamantina, que se encuentra rodeada por la recuperada muralla que fue la que le dio el nombre. Nos desviamos hacia el sureste para acercarnos a Morón de Almazán, cuya plaza renacentista parece detenida en el tiempo, y Monteagudo de las Vicarías tras el que llegamos a una joya medieval indiscutible: el monasterio cisterciense de Santa María de Huerta. Cerca se localiza la ferroviaria Arcos de Jalón y no mucho más allá, Medinaceli. En él, pueblo que se funde con el cielo, muchas culturas superpuestas han dejado su legado en forma de arco, murallas, templos… Retrocedemos hasta la Prehistoria al acercarnos a Ambrona y contemplar sus restos paleolíticos, y hasta la Edad Media en la villa amurallada de Rello. Y en el camino, pueblos pequeños pero con muchos atractivos como Miño de Medinaceli, Yelo o Barahona, invitarán a sentir lo auténtico que el medio rural soriano aún puede ofrecer.